—Han vuelto a la sede de los Siete Pecados Capitales.
Esta clase de organización maligna no debe seguir existiendo.
—Oh... —Nan Yan dejó el tenedor que sostenía—. Ve a buscar la libreta que usaba Li Yuan antes.
—Tu mano está herida ahora, no hagas tonterías —objetó Marcus.
—Todavía tengo una mano, no es como si no pudiera usarla del todo —respondió Nan Yan con calma.
Marcus se quedó sin palabras. Incapaz de discutir más, a regañadientes recuperó la libreta y la colocó frente a ella.
—Ten cuidado. Si me dices qué necesita hacerse, puedo ayudarte —ofreció.
—Ha —Nan Yan alzó una ceja y soltó una risita—. Creo que me ocuparé yo misma. Con solo una mano, todavía soy mejor que tú, el analfabeto informático.
Marcus se sintió un poco derrotado. Sabía que lo que ella decía era cierto.
Con una expresión seria, se quedó en silencio a su lado, vigilándola para evitar que usara su mano herida por costumbre.