Cuando Jiang Yue escuchó las palabras de Qiao Nian, su expresión cambió drásticamente. Recordaba claramente haber sido expulsada ese día. Este era un dolor que nunca podría olvidar.
Jiang Yue tomó una respiración profunda y se esforzó por calmarse. —Ya que he regresado esta vez, tengo la capacidad de quedarme. No me iré con las manos vacías.
Qiao Nian examinó a Jiang Yue de arriba abajo, sus ojos llenos de desdén. —¿Solo por una perdedora como tú? —bufó.
Ella fue derrotada.
Estas palabras atravesaron el corazón de Jiang Yue. Era una hija orgullosa de una familia rica, y siempre había sido altiva y poderosa. Si no fuera por Qiao Nian, ella todavía sería la hija mayor de la familia Gu.
—Solo por mis habilidades.
Qiao Nian no quería perder más el aliento con Jiang Yue. Pasó a su lado y salió.
Qiao Nian solo había dado unos pasos cuando la voz de Jiang Yue sonó detrás de ella. —Oh, cierto. Segunda Cuñada, me equivoqué. Debería ser el hijo ilegítimo del Hermano Ah Zhou.