Gu Zhou estaba claramente de mal humor.
Sin embargo, ella realmente quería saber por qué Gu Zhou estaba descontento.
—¿Era porque sentía que su dignidad masculina se había visto dañada, o era porque Gu Zhou ya empezaba a preocuparse por ella? —Qiao Nian no pudo evitar recordar a Gu Zhou de pie sobre el tanque.
En aquel momento, Gu Zhou la había mirado muy seriamente. Sus ojos eran profundos. Cuando ella cruzaba su mirada con la de él, se sentiría absorbida si no tenía cuidado.
Cuando el coche se detuvo, Qiao Nian abrió lentamente los ojos. Ya eran las dos de la madrugada.
Se desabrochó el cinturón de seguridad y puso su mano en la manija de la puerta. Justo cuando estaba a punto de salir del coche, pareció haber pensado en algo. Su mirada se posó en Gu Zhou, quien se estaba quitando el cinturón de seguridad. Ella llamó suavemente, —Gu Zhou.
La voz de Qiao Nian era tan dulce y agradable como siempre, pero Gu Zhou podía escuchar su confusión en sus palabras.