No

—Entonces, ¿recuerdas su rostro? —preguntó Qiao Nian.

Cuando Gu Zhou escuchó la pregunta de Qiao Nian, cerró lentamente los ojos e intentó recordar lo mejor posible la situación de aquel entonces.

Lo que recordaba con más claridad era que ella tenía mucho miedo y estaba aterrorizada. Su cuerpo no paraba de temblar, como si estuviera horrorizada.

Todavía podía oler el jazmín en ella. Ese olor no era en absoluto penetrante. Más bien olía un poco bien.

Estaba tan oscuro allí que no podía ver su rostro en absoluto.

Después de aquel incidente, Gu Zhou fue a investigar a la chica. Al final, encontró a una joven delgada tumbada en la mesa de operaciones.

Estaba cubierta de sangre.

Gu Qi, que acababa de nacer, yacía a su lado.

La expresión de Gu Zhou se volvía cada vez más seria. Sus cejas se fruncían más y más, y su respiración se volvía cada vez más errática.