Qiao Nian salió corriendo del coche, aún sosteniendo el informe del test de ADN. Había dado apenas unos pasos cuando se dio cuenta de que Gu Zhou y Xiao Shi estaban frente a frente.
Qiao Nian frunció el ceño y disminuyó la velocidad. El aire se volvió sofocante, y no podía respirar.
Quería llegar antes de que Gu Zhou la viera, pero no esperaba que ambos ya se hubieran encontrado. Aun así llegó un paso tarde.
A veces, las cosas están predestinadas. Si no hay tiempo en la vida, uno no debería forzarlo. Parecía que todo esto era el destino.
Qiao Nian suspiró tristemente.
Qiao Nian caminó hacia Gu Zhou.
Gu Zhou se giró para mirar a Qiao Nian. Qiao Nian parecía cansada del viaje, y sus ojos estaban un poco oscuros. Parecía que no había dormido en toda la noche.
Qiao Nian aún sostenía un documento en su mano. Su rostro estaba un poco pálido.
Gu Zhou parecía haber pensado en algo. Sus ojos se oscurecieron, y había una niebla espesa en ellos.