Antes de que Qiao Nian pudiera hablar, Xiao Shi la abrazó y enterró su cabeza en sus brazos.
Ella le dio suaves palmadas en la espalda a Xiao Shi y la consoló:
—Xiao Shi, no tengas miedo. Tía Nian Nian está a tu lado. Tía Nian Nian te protegerá.
Cuando Xiao Shi oyó las palabras reconfortantes y gentiles de Qiao Nian, su expresión se congeló por un momento. Pensando en la situación de su sueño de hace poco, sus lágrimas cayeron sin control. Ella lloró:
—Tía Nian Nian, acabo de soñar que mi mamá...
Antes de que pudiera terminar de hablar, los recuerdos de antes regresaron de golpe.
Hace un momento, Song Man la había llevado a la ventana y estaba a punto de saltar con ella. Aún recordaba la sensación de sus pies suspendidos en el aire y su cuerpo a punto de caer. Aún recordaba a Song Man empujándola de vuelta a la habitación. Aún recordaba a su padre rescatándola del borde de la muerte. Aún recordaba la cálida sonrisa que Song Man le dio cuando cayó.