Amelia yacía malhumorada sobre Jorge.
Elmer cruzó sus brazos y miró el rostro marchito de Amelia. No quería que ella viniera, pero no esperaba que viniera con Jorge. No tuvo más opción que seguir en silencio. Al ver que Amelia había estado infeliz, la consoló. —A veces las cosas no son necesariamente malas. El desarrollo de la civilización es diverso y deslumbrante, pero algunas personas son malas y usan esto para hacer el mal.
Elmer suspiró. Quizás esto era algo que Amelia tenía que experimentar. Ver el mundo naturalmente incluía… olvidar.