El olor de una rata muerta

La chica barrió el fondo de la cama con la escoba y encontró algunas ligas para el pelo y monedas que habían caído. Aparte de eso, no había nada más. —¡No hay nada! Sacudió la cabeza extrañamente y guardó la escoba. Olió cuidadosamente y se dio cuenta de que ya no podía olerlo. —Qué extraño. Le diré a la propietaria que venga a echar un vistazo otro día.

La chica apagó la luz y se acostó en la cama, continuando mirando su teléfono celular. De vez en cuando, se reía. La luz fluorescente de la pantalla del celular iluminaba su rostro, haciéndola ver un poco aterradora. Estaba tan concentrada mirando el celular que no sabía que había una chica parada detrás de ella. Su cabello colgaba y ella miraba el celular con ella. De vez en cuando, ella sonreía maliciosamente.