—No, no, su padre era tan poderoso que podía saltar el muro con una mano. ¡Si veía un fantasma, definitivamente no tendría miedo! Incluso enviaría al fantasma volando con un puñetazo. No vendría hacia ella y la trataría como un talismán de exorcismo de fantasmas. Amelia bostezó. Cuando volvió en sí, se levantó de la cama, se puso los zapatos y fue a cepillarse los dientes y lavarse la cara.
—Elmer flotó desde afuera con las manos detrás de la espalda. Se sentó con las piernas cruzadas en la habitación y abrió el folleto.
—Amelia corrió hacia él. —Maestro, ¿dónde estabas? No te he visto últimamente.
—Elmer extendió la mano y presionó la frente de Amelia. —Ve a cepillarte los dientes y lavarte la cara primero.
—Amelia—. ¡Sí, sí! Cuando salió después de cepillarse los dientes y lavarse la cara, se acercó a Elmer y ladeó la cabeza curiosamente para mirar el folleto. —¿Qué es esto?
—Elmer dijo con desgano —No entenderías aunque te lo explicara. Te enseñaré cuando seas mayor.