Déjala Ir

Amelia se palmeó el pecho y prometió —¡Tío Tercero, no te preocupes! Solo los fantasmas tendrán trauma psicológico. ¡Nosotros no!

Enrique se quedó sin palabras. Miró el aviso para turistas y señaló una línea de texto en él. Mintió descaradamente —Mira esto. Dice que los niños no pueden jugar.

Amelia no sabía leer. Solo podía distinguir los dos números "14". Dijo —Dice que no puedes jugar a los catorce. ¡Ninguno de nosotros tiene catorce! Ella tenía cuatro años y medio. Hermana Emma acababa de cumplir seis. Hermano William tenía siete. Hermano Lucas tenía nueve. ¡Ninguno de ellos tenía catorce!

—¡Eso es cierto! ¡Mia tiene razón! —dijo Emma.

—Tío Tercero —dijo William—, dice que los niños menores de catorce años necesitan un guardián que los acompañe. No dice que los niños no puedan entrar.

Enrique —…

La cara de Lucas seguía seria, pero aún así se unió a la diversión y dijo —Tío Tercero, ¿tienes miedo?