—Siete, que estaba concentrado en emboscar y prepararse para morder la cabeza del Abuelo Tortuga, dijo:
—¿Eh?
Normalmente, cuando Amelia salía, solo llevaba a Siete y al Abuelo Tortuga. En cuanto a Oro... Oro era demasiado grande para Amelia.
—Amelia preguntó seriamente la opinión de Siete:
—¿Podemos llevarnos este perro a casa? ¿Tú y Oro no lo vais a acosar, verdad? Si lo traemos a casa, ¿le enseñarás a hablar?
—Siete: "???" Las primeras dos condiciones estaban bien, ¡pero la última era un poco difícil!
Siete inclinó la cabeza y miró al perro afuera a través de la cápsula del bolso para mascotas. De repente, abrió la cremallera con la boca y salió volando. Se paró en el bolso para mascotas y observó al perro callejero. Nadie sabía en qué estaba pensando, pero de repente se emocionó y comenzó a dar vueltas.
Al ver que Siete no decía nada, Alex dijo: