Por eso, Alex dio la orden de recoger a cualquier animal callejero que necesitara ayuda mientras estuviera en una misión afuera. Durante este período, los asesinos de la villa de la familia Burton casi se habían acostumbrado a salir y regresar con un gato o un perro. Los adversarios quedaban atónitos. ¿Te lo imaginas? Un momento, un cierto asesino les apuntaba con un arma, y al siguiente, metía un cachorro en su bolsillo.
—¡Papá es increíble! —exclamó Amelia sorprendida.
Al ver que Alex había llegado, más de una docena de perros ladraron y corrieron hacia él. Sin embargo, se detuvieron al llegar al frente. Al final, todavía estaban impresionados por el aura asesina de Alex. No se atrevían a acercarse y solo podían mover sus colas.
—Están moviendo las colas tan fuerte que sus traseros también se mueven —rió Amelia.