Amelia apretó el dorso de la mano de la Señora Walton, su carita seria —Abuela, no te muevas. Había corrido tan rápido que no había cogido su mochila escolar y, naturalmente, tampoco había tomado los talismanes que había en ella. Claro que podría volver a su habitación y coger unos cuantos, pero Amelia no se atrevía a irse. Miró alrededor y casualmente recogió un vaso sobre la mesa. Sacó un pañuelo y dibujó al azar sobre él con su dedo índice. Luego lo arrojó dentro del vaso. El pañuelo se prendió fuego con un soplido. Sin pensarlo, Amelia puso el vaso sobre la nariz de la Señora Walton.
El pañuelo estaba claramente en llamas, pero no había nada de humo. Todos podían ver claramente cómo unos pocos cabellos negros eran succionados de la nariz de la Señora Walton...
Al lado, la mandíbula de Elmer se desencajó —¿Dibujar talismanes con pañuelos?