En este momento, Zheng Youcai no podía soportar más malas noticias. Era como una cuerda que había sido estirada hasta su límite. Si hubiera más golpes, colapsaría.
Afortunadamente, Ji Yan nunca fue un bromista. Guardó su teléfono. Dijo con calma:
—Preparen la ceremonia de bienvenida. Traerán a sus críticos de cine. ¿Hay suficientes asientos para ver la película? ¿Han preparado los regalos para los distintos reporteros de los medios?
—Sí, sí, ¡sí, todo está listo! —Zheng Youcai estaba tan feliz que casi saltó de alegría. Encantado, dijo:
—Yo, yo iré a verificarlo de nuevo para asegurar que nada salga mal! La alegría lo había invadido. Ji Yan, quien una vez lo había hecho sentir miedo, ahora era como un salvador en sus ojos. ¡Si no fuera por el miedo y el respeto hacia Ji Yan, habría saltado sobre Ji Yan y le habría besado! ¡Era genial! Gracias a Ji Yan, no solo su premiere no se convertiría en un chiste, sino que también le ayudaría a vengarse de Wu Yu.