—El tono de Ji Yang divertía a Shen Hanxing —dijo—. No hables mal de tu hermano mayor a sus espaldas. ¿Qué quería decir con que Ji Yan no tenía nada más que dinero? Ji Yan era perfecto en todos los sentidos, sin ningún defecto.
—Está bien —respondió Ji Yan, sin convencerse—. Su cuñada solo sabía proteger a su hermano.
—¡No! —Su Ling no podía creer lo que acababa de escuchar. No podía distinguir si estaba celosa o qué—. ¡Chilló, Shen Hanxing es una mentirosa! ¡Es una mentirosa y aún así quieres quedarte con ella? ¿Estás loco? ¡Tu familia Ji está loca!
—No tienes derecho a inmiscuirte en los asuntos de nuestra familia —delante de Shen Hanxing, Ji Yang era un niño obediente. Pero era tan feroz como un lobo frente a Su Ling—. Si te oigo hablar demasiado otra vez, ¡no me culpes por ser descortés!
—¡Locos! Esa familia era un montón de locos! —El corazón de Su Ling estaba lleno de celos inconfesables, y el odio en su corazón se hacía más fuerte conforme pensaba.