Nuevas dudas

Sin embargo, las palabras de Ji Yan dejaron una espina en el corazón de Fan Cheng. Era porque entendía la personalidad de su jefe que no estaba seguro si sería asesinado para mantenerlo callado.

Fan Cheng seguía tomando respiraciones profundas para prepararse mentalmente. Ji Yan le estaba mintiendo. Lo que había dicho no era cierto en absoluto. Pero incluso así, sus ojos todavía estaban teñidos con algo de ansiedad. Sabía que tenía miedo, tanto miedo que se le debilitaban las piernas. Fan Cheng levantó la cabeza y miró a Ji Yan, forzando una sonrisa. —Señor Ji, no tiene que asustarme de esta manera, ¿verdad? No se atrevía a mirar a los ojos de Ji Yan, así que miró al suelo y dijo con la cara pálida, —seremos más indulgentes si confesamos, pero no tenemos nada que explicar. Ya hemos dicho lo que teníamos que decir. ¿Qué más podemos hacer?