—No, yo no... —La mente de la socialité se quedó en blanco. Estaba tan impactada por la belleza de Shen Hanxing a tan corta distancia que solo sentía que su rostro tenía una fuerza disuasiva asombrosa. Esto la hizo temblar un poco y casi la dejó sin habla. ¿Cómo iba a explicarse? Sus labios se retorcieron durante mucho tiempo antes de que lograra exprimir una frase—. Olvidé apagarlo... —La excusa que habían preparado de antemano parecía ser inútil para Shen Hanxing ya que podía ver a través de todo.
—Ya que quieres hacer maldades, hazlas hasta el final. De lo contrario, ¿cuál es el sentido de ofender a la gente si no eres despiadado? —Shen Hanxing levantó una ceja y con despreocupación colocó el teléfono de nuevo en la mano de la socialité. Sugirió amablemente: