¡Los Tiburones están Aquí!

—El hombre se detuvo en seco. Shen Hanxing sonrió. Como era de esperar, era Ji Yan el que estaba de pie en la cubierta. Lo miró con una sonrisa en los ojos y lo llamó de nuevo —¡No bajes! Incluso a la distancia, podía imaginar la impotencia y preocupación en los ojos de Ji Yan. Sabía que él debió haber querido saltar para salvarla, pero no quería desobedecerla.

—Estoy bien —la sonrisa de Shen Hanxing se hizo más amplia mientras continuaba gritando—, subiré a buscarte. ¡El agua del mar está tan fría! En otras palabras, estaba esperando que Ji Yan la calentara después de que ella subiera al bote. Ji Yan, que estaba de pie en la cubierta, entendió al instante lo que Shen Hanxing quería decir. No podía decir si se sentía más impotente, consentido o feliz, pero ninguna de estas emociones podía ocultar su preocupación por Shen Hanxing. Justo cuando estaba a punto de decir algo, su expresión cambió. —¡Cuidado, Señora! —gritó y saltó del crucero sin dudarlo.