—Te escondiste detrás de la pantalla, tecleaste en el teclado y dijiste todo tipo de palabras extremadamente viciosas sobre un desconocido que apenas conocías y destruiste personalmente la vida de alguien más solo para desahogarte, para seguir la corriente con todos los demás y quizás incluso por aburrimiento.
—Después de que descubriste la verdad, simplemente lo minimizaste como un malentendido y un error menor para contrarrestar todo lo que hiciste a una víctima inocente: ¿así que esta es la actitud de los medios, eh?
—Todos ustedes medios sinvergüenzas responsables de la violencia cibernética desenfrenada, ¿no son acaso la basura y escoria de la sociedad?
—¿Podría este reportero aquí y todos los demás presentes hoy responder a mi pregunta!
Cada una de las palabras de Ye Wanwan era tan afilada como un cuchillo.
—Yo… Yo… —El reportero tartamudeó. Sudaba y no podía decir una palabra.
Había un silencio sepulcral y ninguno de los reporteros hizo un sonido.