Xu Yi examinó profundamente su mente en busca de una excusa. —Uh… porque… porque los girasoles en el jardín están creciendo muy bien. ¡Han empezado a producir semillas! ¡Puedes tomar un poco de té mientras admiras las hermosas flores!
—Uh, pero extraño a tu maestro. Solo esperaré aquí. ¿Cuánto tiempo más tardará? —preguntó Ye Wanwan.
Xu Yi casi rompió en llanto. —No estoy muy seguro de eso. Probablemente tarde mucho, así que, señorita Wanwan, mejor siéntese y descanse.
Al principio, las palabras de Xu Yi no sonaron sospechosas, pero Ye Wanwan de repente recordó el mensaje de texto de Si Xia.
—Xu Yi, ¿me estás ocultando algo? —preguntó Ye Wanwan.
—¡No! —respondió Xu Yi.
Al ver cómo Xu Yi lo negó tan rápido, los ojos de Ye Wanwan se entrecerraron. —¿Qué hay ahí dentro?
La mirada de Ye Wanwan era demasiado intensa; Xu Yi sintió que ya no podía soportarlo. —No hay nada. ¡Nada en absoluto!
Ye Wanwan se rió entre dientes. —Tsk, ¿no me digas que hay una mujer adentro, eh?