El corazón de Li Qingqing estaba lleno de resentimiento.
En apenas un instante, Damian Thompson también se fijó en ella.
—Ella es mi compañera de clase —explicó Grace Harrison, mostrando un interés particular al añadir—. Ella dijo que si tú y yo tuviéramos una relación romántica, ella comería mierda.
El aire se volvió mortalmente silencioso.
La cara de Li Qingqing pasó de verde a blanco.
—Comer mierda, comer mierda... —murmuraba para sí.
Era una cosa fanfarronear frente a sus compañeros de clase, pero otra muy distinta que Grace Harrison lo dijera frente a Damian Thompson.
¿Quién querría perder la cara delante de un magnate de negocios como Damian Thompson? Especialmente ahora que también era la esposa de un CEO...
—Je je, Señor Thompson, sólo estábamos bromeando antes, no puede tomarlo en serio... —Li Qingqing se armó de valor y forzó una risa.