Big Boss Fu no puede ganarle a un niño de tres años

Wen Lan llevó a Shi Qiuran a la residencia que le habían preparado.

Era una habitación separada y tranquila especialmente dispuesta en el patio trasero que conducía directamente al jardín trasero.

La enfermera que se ocupaba de ella vivía en la habitación contigua a la suya.

El viejo maestro realmente había sido meticuloso con sus arreglos.

—Gracias, Wen Lan. Tú y el Viejo Maestro han sido demasiado atentos —Shi Qiuran estaba extremadamente agradecida.

—Ahora somos familia. No digas esas palabras tan formales en el futuro. Aunque no nos conocemos desde hace mucho, te conozco. No eres el tipo de persona que está dispuesta a depender de otros y a molestar. Aceptaste vivir aquí por Qian Qian —Wen Lan había visto completamente a través de los pensamientos de Shi Qiuran.