—¿Qué tiene que ver mi relación con Qian Qian contigo? —preguntó Song Yan con asco—. Lin Qinghe, ¿hasta dónde llega tu maldad?
—¿Yo soy la mala? Song Yan, me gustas tanto y estoy embarazada de tu hijo. ¿Por qué ni siquiera puedes mirarme? Shi Qian ya está casada. Es la esposa de otro, ¡pero aún la proteges y no puedes olvidarla! ¿Habría hecho algo así si me hubieras prestado atención?
—Lin Qinghe, desde el día que apareciste frente a mí, has tenido que arrebatarme todo. Tuviste que quitarme a mi padre, mi cuarto, mis juguetes, mi piano e incluso a Song Yan. Igual que tu madre, usaste la hipocresía más inocente para hacer la cosa más mala y aún así encontraste un montón de razones para justificarte —dijo Shi Qian enojada.
Fu Sinian miró a Song Yan y luego a Shi Qian. Su expresión se volvió aún más fea.