—Sí, entiendo —respondió Fu Sinian con una sonrisa.
No podía dejar que Shi Qian viera que no entendía.
¿Había entendido todo eso?
—¿Te estás preparando para dormir? —preguntó de nuevo Fu Sinian.
—Sí. Tengo que levantarme temprano para la ceremonia de apertura mañana por la mañana.
—Entonces ve a dormir.
—¿A qué hora vas a volver? —preguntó con preocupación Shi Qian.
—Probablemente a las diez y media.
—¿A dónde vas? —preguntó de nuevo Shi Qian.
—¿Todavía tienes miedo de que me secuestren?
—Solo pienso que será más animado si vuelves a la antigua residencia.
—No, quiero paz y tranquilidad —negó con la cabeza Fu Sinian y rechazó.
—Está bien, tú también descansa temprano —le hizo una señal Shi Qian—. Adiós~
Cuando Chen Song abrió la puerta y entró, se dio cuenta de que el Presidente Fu todavía estaba sonriendo a la pantalla del teléfono. Era obvio que había hecho una videollamada con la Señora.