Su Ruoqing sonrió y colgó. Lanzó el teléfono a la asistente que tenía a su lado.
Luego, se acercó a Shi Qiuran y le arrancó la cinta que sellaba su boca.
—¿Por qué me secuestraste? —preguntó Shi Qiuran con enojo.
—¿Por qué? Tienes que preguntarle a tu buena hija. ¿Por qué tiene que arrebatarme a mi hombre? ¿Qué derecho tiene ella para quitarme a mi hombre? —Su Ruoqing levantó la mano y abofeteó a Shi Qiuran.
Esta bofetada fue únicamente para desahogar su ira.
Transfirió todo su odio hacia Shi Qian a Shi Qiuran.
—Qian Qian no tiene nada que ver con Song Yan. Debes haber malentendido. Son solo compañeros de juego de la infancia —explicó Shi Qiuran, soportando el dolor.
—¡Jajajaja! ¿Song Yan? —Su Ruoqing rió fuerte y miró a Shi Qiuran como si fuera una tonta—. ¿Realmente malentendiste que el hombre que me gusta es Song Yan? ¿Él lo merece?
—¿Entonces quién es? ¿Sinian?