Fu Sinian abrió la puerta y la hizo entrar.
—¿Por qué fuiste al balcón? ¿No tienes miedo de los mosquitos?
—Yo... recibí una llamada.
—¿Qué llamada no puede ser contestada dentro de la casa?
—La de Song Yan.
Fu Sinian ya sabía que era Song Yan. Escuchar este nombre le hacía sentir incómodo.
—¿Es que él no tiene modales? ¿Llamarte tan tarde? ¿Acaso no sabe que está perturbando tu descanso?
—Él me estaba hablando de ti.
—Debería haberse comunicado directamente conmigo en vez de buscar la oportunidad de acercarse a ti. En cuanto Fu Sinian terminó de hablar, la pantalla de su teléfono se iluminó.
—Alguien te busca —le recordó Shi Qian suavemente.
Fu Sinian miró su celular. Era un mensaje de Song Yan.
[Sr. Fu, ¿puede hacer un hueco mañana? Quiero que pruebe la bio-terapia y ver si puede tratarlo.]
—¿Quién es? —preguntó Shi Qian con curiosidad.
Ella se dio cuenta de que cuando Fu Sinian vio este mensaje, su expresión se volvió aún más fea.