El Viejo Maestro sabía cuán brutal era esta sentencia. No le importaban los sentimientos de Fu Sinian en absoluto.
Rong Zhan y Bai Jianshen ayudaron a Fu Sinian a volver a la cama.
Fu Sinian se acostó en la cama y miró en una dirección sin decir una palabra.
No pudo evitar pensar de nuevo en esa imagen.
—Sinian, lo más importante para ti ahora es recuperarte. De lo contrario, ¿cómo podrás cuidar de Qian Qian? —Rong Zhan lo consoló suavemente.
—Fui demasiado arrogante. Pensé que podía salvar a la madre de Qian Qian con seguridad —Fu Sinian cerró lentamente los ojos y se sintió amargado.
La explosión y las imágenes seguían repitiéndose en su mente, como si se hubieran convertido en una pesadilla de la que no podía deshacerse.
Había pensado en innumerables otras formas de salvar a su madre.
Él mismo no podía aceptar este desenlace, y mucho menos Qian Qian.