—Yan Jinyi había planeado en secreto llevarse esos dos perros y venderlos para conseguir dinero, pero parecía que habían sentido sus intenciones ya que le lanzaban miradas feroces siempre que la veían.
—Yan Jinyi le tenía un poco de miedo a los perros porque una vez fue perseguida por un campo de arroz por un perro grande de un granjero, en las montañas cuando era niña. Por lo tanto, desde entonces desarrolló una fobia.
—Tan pronto como se acercó un poco, los dos pastores alemanes comenzaron a gruñir y enseñar los dientes.
—Yan Jinyi resueltamente dio unos pasos hacia atrás de nuevo —Señor Huo, es un desperdicio pasar un día tan maravilloso paseando a los perros.
—Es bastante aburrido sin ti en casa, Cariño.
—Yan Jinyi levantó las cejas. «¿Doggy Huo ha aprendido a coquetear?»
—Ahora que he vuelto, ¿qué tal si continuamos con tu terapia de desensibilización?
—Huo Xishen la miró y dijo —Sin prisa, paseemos a los perros primero.