—Estoy bastante sorprendida —de repente dijo Yan Jinyi.
—¿Qué? —preguntó confundida Leng Yuxi.
—Estoy bastante sorprendida de que realmente no tengas cerebro, Señorita Leng.
Leng Yuxi se enfureció al instante y la miró con desagrado.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que tienes un coeficiente intelectual y una inteligencia bajos, hay tanta gente aquí y sin embargo, ni siquiera intentas salvarte de la vergüenza. Solo quieres que lo diga en voz alta, ¿eh? Ah —en este punto, Yan Jinyi sacudió la cabeza impotente.
«¿Cómo se atreve esta mujer a burlarse de mí? ¿Qué derecho tiene para hacer eso?», se preguntó Leng Yuxi.
—Alguien, venga a echar a esta mujer. No se permite que cualquier hijo de vecino entre. ¿Quién de ustedes la dejó pasar? ¡Pérdanse con ella ahora!
Pronto, el mayordomo se apresuró con varias personas de manera agresiva e intentaron agarrar a Yan Jinyi a la fuerza. Yan Jinyi esquivó rápidamente y miró fríamente a Leng Yuxi.