—La voz de Zhuang Ning se volvió gélida —dijo—. Está muerta.
—Ye Cheng se quedó atónito. Luego, —dijo suavemente— Lo siento.
—Zhuang Ning bajó la mirada para observar su plato. Después de un largo rato, —dijo con voz baja— Al fin y al cabo, la vida de los pobres es barata. No hay nada que nadie pueda hacer al respecto.
—Ye Cheng no entendió sus palabras y no se atrevió a decir nada.
—Zhuang Ning colocó un pan en el plato de Ye Cheng antes de —decir—. Aún no me has contado lo que pasó anoche. ¿Por qué bebiste tanto?
—Zhuang Ning levantó la cabeza y lo miró con ojos claros.