—Cheng Che, el Abuelo ya está aquí. Definitivamente intentará encontrarse contigo. Cuando llegue ese momento, me temo que sacará el tema de nuestro matrimonio otra vez. ¿Has pensado qué decir? —dijo ella.
—Decir la verdad —respondió Cheng Che sin dudar.
La sonrisa en el rostro de Guan Tang desapareció y su mirada se volvió fría. No obstante, su voz seguía siendo dulce y gentil cuando dijo:
—Eso también está bien. No creo que el Abuelo se oponga en tales circunstancias. Sin embargo, el Abuelo tiene presión alta así que trata de ser delicado con tus palabras. ¿No le irrites, de acuerdo?
—Está bien. Gracias por el recordatorio —dijo Cheng Che.
—Esto es lo que debería hacer. Después de todo, este asunto nos concierne a ambos. Si encuentras alguna dificultad, no tienes que cargarla por tu cuenta. La enfrentaré contigo —dijo Guan Tang con una voz extremadamente gentil.