—Su He inhaló una bocanada de aire frío y de manera refleja quiso gritar. Sin embargo, la persona dentro del armario lo había previsto y le cubrió la boca primero.
La iluminación era tenue dentro del armario. Al principio, Su He no pudo observar bien la cara real de la persona dentro del armario. Cuando él se inclinó y le tapó la boca. Su He finalmente vio su rostro claramente.
Las pupilas de Su He se contrajeron. Miró con incredulidad a la persona que no debía aparecer aquí.
—Soy yo. No grites —la voz profunda y atractiva de Ye Yan resonó y sacó a Su He de su embotamiento. Al mismo tiempo, quedó una vez más convencida de que la persona frente a ella no era una alucinación.
Cuando Ye Yan notó que Su He ya no estaba tan aterrorizada y sorprendida como al principio, dudó un momento antes de preguntar en voz baja, —Te soltaré ahora. ¿No gritarás, de acuerdo?