Pequeña Estrella parpadeó y asintió con expresión vacía en respuesta. El hombre era realmente alto, como su papá, y sus ojos eran del mismo color que los suyos. Realmente le resultaba imposible no notarlo. Debía estar vagando demasiado lejos de su Tía Mei, ya que no podía verla en ninguna parte.
—¿También buscas un regalo? —preguntó el hombre con curiosidad.
Pequeña Estrella dudó un momento antes de responder, porque recordaba las palabras de su mamá y su papá sobre encontrarse con un extraño. Debía hablarles con educación, pero no podía aceptar nada de ellos, incluso si eran dulces y chocolates.
Pero mirando a este tío guapo, Pequeña Estrella sintió que no necesitaba pensarlo demasiado, como su hermano gemelo.
—En, mi hermano y yo estamos buscando un regalo para el cumpleaños de mi mamá —respondió—. Pero no he encontrado ninguno.