Zhang Jiren cruzó sus piernas y pidió a las secretarias que sirvieran algunos refrigerios. Acababa de llegar técnicamente de Londres y solo había pasado por un centro comercial cercano para hacer una inspección en una de sus tiendas. Sin embargo, no esperaba encontrarse con la joven hija de la emperatriz cuando deambulaba por el almacén.
—Me han dicho que quieres que Tang Beixuan se incorpore a la empresa —le dijo a su padre, yendo directo al grano. Cuanto antes terminara esta conversación, mejor para Zhang Jiren. Tomó su bebida y dio un sorbo. La calidez y el amargor distintivo de su té impactaron su paladar y calmaron su dolor de garganta.
El clima contradictorio de Londres y Shenzhen no era algo de su agrado. Se sentía como un trozo de hielo arrojado en agua hirviendo. Además, el repentino cambio de clima le hizo sentirse enfermo.