—Señorita Moyu, sabe que no tiene que venir aquí personalmente para agradecernos. Nosotros deberíamos ser los agradecidos por todo lo que ha hecho por nuestro refugio —dijo Jia Yuntao mientras ayudaban a descargar los suministros que otro personal había traído antes.
—No es ninguna molestia, señor Jia. Soy consciente de que Tianxin y yo no hemos venido aquí en meses. Esto es lo menos que podemos hacer ahora que el refugio se está gestionando bien por sí mismo —respondió la emperatriz, ayudando al anciano a sacar la caja llena de verduras y cultivos de la camioneta.
—También escuché de Tianxin que están enfrentando acoso por parte de la pandilla local de la zona. ¿Necesita ayuda para lidiar con ellos? —preguntó.
El anciano negó con la cabeza.