Tang Beixuan bajó la mirada antes de girarse para mirar por la ventana. Lo que Zhang Jiren había dicho era cierto, pero Tang Beixuan sentía que había sido un inútil todo este tiempo. No había logrado proteger a sus hermanas de sus desgracias y de los hombres que las maltrataron.
Como su hermano, debería haber sido el primero en protegerlas, pero en cambio, siempre eran sus hermanas las que cuidaban de él, especialmente Tang Moyu.
—He sido un hermano inútil para ellas. Desearía poder hacer algo por mis hermanas —murmuró para sí mismo, aunque lo suficientemente alto como para que Zhang Jiren lo escuchara.
—Estar seguro y feliz es lo mejor que puedes hacer por tus hermanas. ¿Acaso no lo sabes? —dijo Zhang Jiren en respuesta—. Mientras no les des problemas, les estás ayudando al no ser una carga.