No estás solo (1)

Yun Zhen no era el único que estaba tenso estos días. Feng Tianyi se sentía culpable mientras miraba a su esposa, que estaba recuperándose lentamente pero de manera constante desde su accidente. Tang Moyu ya podía caminar por sí sola, pero la distancia que podía recorrer era limitada.

Ella había estado pidiendo disculpas por no poder ir a trabajar y tener que dejar todo en manos de Feng Tianyi. La emperatriz estaba un poco molesta consigo misma porque su esposo no podía hacer las cosas usuales que lo hacían feliz, como escribir cuando tenía tiempo libre o enseñar a sus pequeños bollos en la cocina.

—Moyu, no tienes nada por lo que disculparte. Solo concéntrate en tu recuperación para que puedas volver al trabajo lo antes posible. Mientras tanto, déjame manejar todo —le aseguró, pero su esposa, que siempre había sido una adicta al trabajo, no podía quedarse quieta sin hacer nada.