—Mami, ¿estás cansada? ¿Quieres tomar una siesta conmigo? —Xiao Bao tiró de la manga de su madre para llamar su atención. Notó que ella estaba inusualmente callada estos días y había hablado poco con él y con Pequeña Estrella.
Pequeña Estrella escuchó su conversación y se deslizó del regazo de su Tía Mei. Se quedó de pie junto a Tang Moyu, parpadeando sus ojos en confusión.
—¿Todavía te duele, Mami? ¿Debería pedirle a Tía Lu tu medicina? —le preguntó a su madre preocupada.
Tang Moyu dejó que una sonrisa se esparciera en sus labios y apartó el cabello ondulado de la cara de su pequeña hija.
—No, estoy bien. Ya no duele tanto —respondió, consciente de que sus gemelos habían estado asustados y preocupados desde su accidente.