—Si Xing Yiyue no hubiese sido codiciosa y ambiciosa, tramando contra Tang Moyu para sacar a la emperatriz de su camino, quizás no sufriría tal humillación a cambio. Ella codiciaba a alguien que no era suyo y terminó así de miserable.
—Si no fuera por ella no habría perdido a Tang Moyu —o eso creía.
—Al igual que su esposa, Feng Tianhua era de esas personas que nunca tomaban en cuenta sus errores. Infligían daño a otros en nombre del amor y se negaban a asumir responsabilidad por sus actos y preferían culpar a otras personas de su desgracia.
—Deja de llorar. ¿Realmente crees que caeré en tal truco barato otra vez? Me das asco —se burló Feng Tianhua de su esposa llorosa. Antes, él olvidaba su enojo fácilmente siempre que Xing Yiyue derramaba lágrimas. Pero ahora, solo la veía como una mujer astuta que solo sabía cómo engañarlo.