Gu Yuyao yacía en la cama del hospital, tratando de descansar pero sin conseguirlo. Observaba divertida cómo su esposo sostenía a su bebé, a quien había luchado mucho para traer al mundo. Su esposo claramente no podía contener su felicidad por el nacimiento de su hijo, siempre siguiéndolo con la mirada, ya fuera cuando alimentaba al bebé o cuando su hijo dormía en la cuna colocada junto a su cama.
Incluso ella no podía creer que terminaría teniendo una familia con él después de más de una década de separación. Sin embargo, tenía que admitir que se sentía conmovida por el hecho de que He Lianchen no se había dado por vencido con ella y esperó su regreso, incluso cuando sabía que era incierto.
—Yaoyao, ya llamé a Abuelo, pero dijo que todavía tiene compromisos, así que llegará mañana lo más temprano —le informó He Lianchen con una sonrisa—. Está ansioso por ver a nuestro bebé.