¿Quién lo hubiera pensado?

Dexter miró fijamente la chimenea, escuchando el crepitar de la madera con una copa de vino en su mano, sentado despreocupadamente en el sillón. No planeaba contarle a Aries cómo conoció a Abel — al menos no estaba en sus planes por ahora. Sin embargo, su boca simplemente habló de cosas de las cuales no había hablado durante mucho tiempo.

Dexter parpadeó muy despacio, girando la cabeza hacia la persona que entró en sus cámaras. Al ver que era Gustavo, desvió la mirada de él y la volvió a la chimenea.

—Gustavo —llamó, mientras el mayordomo jefe en silencio encendía una vela en el soporte—. ¿Recuerdas la vez que nos conocimos?

Gustavo sonrió sin girarse para enfrentar al marqués. —Era joven en ese entonces, mi Señor.

—Arrogante e ingenuo —añadió Dexter con una risa amarga—. ¿Quién lo hubiera pensado, verdad?