—No lo supe hasta esta mañana —Aries rompió el silencio con un suspiro—. Al parecer, Su Majestad había enviado a alguien de su confianza en lugar de varias personas siguiéndome.
—Ahh… —Violeta se rió incómodamente.
—¿Te sientes incómoda?
—¿Qué? No, en absoluto, mi dama —Violeta negó con la cabeza profusamente mientras agitaba ambas manos—. Solo estoy un poco... sorprendida. No lo vi venir.
—Lo entiendo —Aries apretó los labios formando una línea delgada—. Muchas cosas han ocurrido, y los resultados de ellas pueden ser bastante sorprendentes ya que nadie esperaba que resultaran de esta manera.
—Sí, mi dama —la sonrisa de Violeta se volvió más suave—. Todavía se siente surrealista estar aquí ahora. Toda mi vida, nunca pensé que viviría en otro lugar. De hecho, en aquel entonces, creía que la única manera de salir de ese lugar era si Carlos muriera. Aunque esa fue la causa que abrió la oportunidad para que yo y mis hijos huyéramos, ya esperaba lo peor.