—Por aquí, por favor.
Aries sonrió, observando a Violeta ayudar a los trabajadores a colocar los muebles. Miró a su alrededor, metiendo su mano dentro de su traje. Sacando el reloj de bolsillo, el lado de sus labios se curvó hacia arriba.
—Mi dama, saldré por un momento —Aries llamó para captar la atención de Violeta. Al ver que esta última dejó caer apresuradamente el paño que sostenía, Aries levantó una mano—. No tienes que despedirme.
—Pero mi señor —mi señor.
—Está bien. Climaco está afuera y te escoltará de regreso a la propiedad —Aries sonrió, saludando—. Nos veremos por aquí.
Violeta se animó, pero Aries ya se alejaba sin mirar atrás. Un respiro superficial se escapó de sus labios, pero recordando cómo Aries parecía un joven, se sintió un poco más tranquila. Después de todo, este mundo era más seguro para los hombres.