[Capítulo extra]Bienvenido al aquelarre

Berserk, o como Conan lo llamaba cuando Abel entraba en un estado de ser consciente pero al mismo tiempo, no lo era. Era un estado donde la sangre maldita de Abel tomaba el control, matando a cualquiera a la vista. Conan no sabía cómo Abel había roto las cadenas que lo ataban al aquelarre, pero aun cuando sabía que Abel quería acabar con este aquelarre de una vez por todas, tuvo que detener a Abel.

Permitir que Abel hiciera lo que quisiera era peor que el aquelarre.

—¡Su Majestad! —Conan gritó a través de sus dientes apretados. Sus ojos estaban inyectados en sangre, observando cómo Abel echaba su cabeza hacia atrás. Abel estaba lamiendo la sangre en sus dedos, con la vista puesta en Conan desde la distancia. El lado de sus labios se estiró maliciosamente.

—Conan… —La respiración de Conan se entrecortó, algo sorprendido por cómo Abel lo reconoció. Cuando parpadeó, su corazón se detuvo por un segundo. Sus ojos temblaron, alzando la vista hacia el diablo que tenía ante él.