Mientras tanto, en el suntuoso vestíbulo de la Casa Vandran…
—¿Qué acabas de decir? —la boca de Aries se abrió de par en par en cuanto el mensajero real leyó en voz alta el decreto real. Se volvió hacia Dexter, quien estaba arrodillado a su lado mientras recibían el decreto real. Por la forma en que se le dilataron los ojos y se le cayó la mandíbula, supo al instante que Dexter no sabía nada al respecto.
Dexter levantó la cabeza incrédulo. —¿Qué has dicho? —repitió la misma pregunta al mensajero real que Abel había enviado.
—Es una orden real sellada por el emperador —el mensajero les mostró el documento, sosteniéndolo por la parte superior—. La Señorita Daniella era candidata a convertirse en emperatriz del emperador. Y por lo tanto, debe apresurarse y mudarse al Palacio Imperial en dos semanas.