—Saludos, Su Gracia.
Las candidatas hicieron una reverencia con gracia al acercarse Conan, el leal y confiable ayudante del emperador. Cuando se enderezaron para enfrentarse a él, mostraron sus delicadas sonrisas, pero sus ojos no pudieron disimular su curiosidad.
—Saludos princesas, y mi señora —Conan sonrió, posando sus ojos en Aries. Esta última levantó las cejas, parpadeando desconcertada, absteniéndose de hacerle casualmente una pregunta.
Las cuatro esperaron a que Conan explicara su motivo, pero solo fruncieron el ceño cuando él mantuvo la mirada fija en Aries. Suzanne, Sybil y Veronika se miraron rápidamente entre ellas, pero cuando volvieron a mirar a Conan, todo lo que vieron fue su figura pasando de largo junto a ellas.
Mientras el viento soplaba pasando por su cabello, las tres permanecieron inmóviles. Mirando hacia su lado, fruncieron el ceño. Mientras tanto, Aries contuvo la respiración, viendo de reojo a Conan con los ojos muy abiertos.