—No hay malentendidos, te lo garantizo. Le dije a Gustavo que te trajera aquí para hacer dos cosas al mismo tiempo —dijo Ismael.
Ismael observó a Aries moverse muy lentamente, despegando su espalda de la bañera hasta que estaba sentada en el medio de la bañera. Su espalda estaba frente a él.
—No tendré mucho tiempo más tarde, ya que muchos reyes han puesto pie en el Continente y tengo que saludarlos uno por uno.
Cuando la vio apoyando sus manos en los bordes, Ismael bajó la mirada mientras ella se levantaba desnuda. Aries extendió sus brazos, y como si fuera una señal, la sirvienta que estaba de pie al lado se le acercó. La sirvienta la ayudó a meter sus brazos dentro de la bata, alejándose después de cumplir su deber, mientras Aries ataba la parte delantera de la bata.
Aries se giró lentamente, sonriendo al verlo mirar el suelo.
—Hace poco que nos vimos por última vez. Me sorprende lo rápido que te convertiste en un caballero.