Pesadillas

—¿Abel?

—¿Hmm?

—¿Y si…?

—No lo harás.

—Al menos déjame terminar de hablar. —Aries frunció el ceño, mirando hacia arriba mientras estaba acostada de lado con su cabeza inicialmente apoyada en su pecho.

—¿Ibas a preguntar qué pasa si fallamos? —Abel arqueó su ceja y miró hacia abajo, hacia ella.

—No. —Ella hizo un gesto de disgusto—. Iba a preguntar sobre otra cosa.

—¿Otra cosa?

—Mhm.

—¿Qué es?

—Uhm… —Aries frunció sus labios, pensando por un momento. Al final, chasqueó su lengua con irritación mientras entrecerraba sus ojos—. ¿Cómo puedes adivinar todo lo que digo antes siquiera de abrir mi boca?

—Cariño, estoy contando cuántas veces respiras en un día. ¿Qué te hace pensar que no estaría interesado en tus pensamientos?

—¿Estás espiando mi mente sin que yo lo sepa? —ella jadeó, haciéndolo reír.