—Esa respuesta… Abel es la única persona que puede responder eso.
Los ojos de Aries miraron a Lilou levantarse de su asiento, viendo a esta última darle una breve sonrisa antes de encontrarse con su esposo a mitad de camino.
—¡Mamá~! —Sunny celebró felizmente tan pronto como Lilou se acercó, haciendo que esta última se riera de la ternura de su hija.
—Sunny, ¿por qué estás comiendo de nuevo? ¿No estás a dieta? —Lilou le tocó la nariz a su hija juguetonamente.
—Papá dijo que puedo comer solo por hoy porque estaré estresada más tarde. —Sunny hizo pucheros antes de lanzar a su apuesto padre una mirada de lástima—. ¿Verdad? ¿Papá?
Samael, un hombre cuyo rostro gritaba travesura y maldad, jadeó impresionado.
—¡Sí! —como si estuviera hechizado por el encanto de su hija, asintió sin la menor duda.