Cris entró a la oficina y vio a Brix y a su madre hablando. Estaba a punto de darse la vuelta para salir, pero escuchó que mencionaban su nombre, lo que la hizo quedarse quieta en su lugar como una estatua.
Escuchar esas palabras de la madre de Brix hizo que su corazón se detuviera un instante. Su mano se cerró en un puño apretado mientras apretaba los dientes. Sabía que debía marcharse o el dolor que sentía la mataría instantáneamente, pero de repente la mirada de Brix se desvió y se detuvo en su dirección.
Brix fue sorprendido al ver a Cris de pie no muy lejos de ellos y, basado en su expresión y cómo dejó caer los archivos que sostenía, pudo decir que ella había escuchado todo.
—Cris... —susurró débilmente.
Cris se volvió y se alejó inmediatamente. Brix estaba a punto de seguirla pero su madre lo agarró del brazo.
—¡Déjame ir, mamá! ¡Cris podría malinterpretarnos! —exclamó.